Risto Mejide |
En Operación Triunfo, uno de tantos realitys shows televisivos lo vi claro, donde un único personaje, Risto Mejide, había conseguido elevar la audiencia del programa de un 22% a un 44% cada vez que le tocaba decir una de sus lindezas, es decir, todo de críticas negativas llenas de insultos, improperios, comentarios degradantes e incluso chistes de muy mal gusto repartidos gratuitamente a todos sin excepción.
Pese a sus polémicas actuaciones la cadena televisiva lo ha mantenido para mantener a flote el programa, está claro que importa mucho más la audiencia sobre cualquier otro baremo como la calidad, seriedad o veracidad del evento.
Históricamente se puede comprobar que esto viene de lejos, por ejemplo, los llenos que provocaban las quemas de brujas en la plaza mayor o casos como Jack el Destripador que no dejó un periódico sin vender en Londres e inclusos algunos tildan de leyenda creada sólo para tal fin, leyenda muy viva incluso hoy en día, persistiendo el paso del tiempo e incluso a la propia realidad histórica.
¿Realmente disfrutamos tanto de lo negativo?
Si fuera así la gente sólo alquilaría películas de terror o drama en vez de comedia o amor, por ejemplo, cuando ocurre más bien lo contrario, pero luego me di cuenta que las comedias suelen ser sátiras sobre el drama humano de otras personas, cuando consigues desvincular la parte humana del objeto que no te afecta personalmente en nada, puedes llegar a ver el drama de otro como algo gracioso y eso precisamente es una comedia.
Da igual si el sentimiento es positivo o negativo ya que el resultado será siempre una distorsión de la realidad. El observador modifica su objetivo y lo ensalza con sus sentimientos creando una visión subjetiva.
Son las emociones las que nos hacen sentirnos vivos, tanto las buenas como las malas, por eso nos gustan tanto, por eso somos adictos a ellas y somos capaces de aceptar las mentiras, las necedades y todo tipo de estupideces si con ello recibimos una buena inyección de emociones.
Algunos van directos a las drogas, que a fin de cuenta son sentimientos creados químicamente de forma artificial, pero las sensaciones de la vida misma son drogas, la diferencia es que unas las creamos desde la glándula pituitaria y otras se toman por una vía externa.
Así que todos los conocimientos de la humanidad, almacenados cuidadosamente en libros para que otros pudieran seguir avanzando, creado una escala de evolución en el aprendizaje humano que nos ha llevado a la sociedad tecnológica en que vivimos hoy en día, resulta que todo ese avance está supeditado a la antigua, evolutivamente hablando, glandula pituitaria, que le da por ver esos libros como algo "deseable", interesante, atractivo, sino no valen nada.
¿existe algo fuera de los sentimientos?
La verdad no estoy seguro de ello, ¿acaso todos los conocimientos de la humanidad, toda su tecnología y todo su arte sirve de algo sin sentimientos? Es como darle un libro de física cuántica a a una piedra.
Todo está perfectamente definido y descubierto en el universo, pero si nadie se interesa por ello ¿qué más da?
Toda existencia queda como un sin sentido cuando quitados los sentimientos, la existencia misma se convierte en vacua.
Conclusión:
Nos dejamos llevar por nuestros deseos como auténticos drogadictos, da igual que nos lleven a sentimientos positivos o negativos, al final todos nos llevarán al sufrimiento de la ansiedad, de necesitar más, de la ignorancia e incluso del odio o el miedo.
Si estos deseos, sin sentimientos ¿qué seríamos? Es verdad que muchas cosas dejan de tener sentido pero también la paz interior es mayor, a lo mejor se puede llegar a un nuevo estado interior desconocido por el hombre mientras sea hombre.